“a common aloofness, differently manifested — a common melancholic sense of humour; each in his own way saw life sub specie aeternitatis.” (Evelyn Waugh)
Pues la mirada cristiana de la historia es una mirada de la historia sub specie aeternitatis, una interpretación del tiempo en términos de la Eternidad y de los eventos humanos a la luz de la Revelación divina. Y así la historia cristiana es inevitablemente apocalíptica, y el Apocalipsis es el sustituto cristiano de las filosofías seculares de la historia. (Christopher Dawson)

viernes, 17 de agosto de 2012

De caballeros, libros y causas perdidas



Vía All Manner of Thing, el blog de C. Burrell, nos hemos enterado de que la Biblioteca Británica, junto con la Universidad de Calgary (Canadá), ha digitalizado y publicado en Internet el manuscrito llamado “Cotton Nero A.x.”, que incluye la versión más antigua conocida de Sir Gawain y el Caballero Verde, así como las poesías Pearl, Patience y Cleanness, en inglés medio. Aunque descuento que los conocimientos de paleografía e inglés antiguo en mis lectores no son como para emprender la lectura (especialmente desde que contamos con la excelente versión moderna de J. R. R. Tolkien), sí son de admirar sus bellas iluminaciones.



Este manuscrito se encontraba en la antigua Biblioteca Cotton, colección bibliográfica con una muy rica historia. Fue iniciada por Sir Robert Bruce Cotton (1571-1631), parlamentario inglés que dedicó su vida a ubicar, comprar y preservar todo el rico material libresco que fue arrebatado a los monasterios tras su disolución en 1536-41. Además de esto, Sir Robert recorría las oficinas públicas en busca de documentos oficiales que corrían también riesgo.

Esta obra bibliófila fue continuada por su hijo Sir Thomas (1662) y su nieto Sir John (1702), aún muchas veces a riesgo de su libertad o la vida. Poco antes de la muerte de este último, la biblioteca fue legada, junto con la Cotton House, al Parlamento de Gran Bretaña. Este cuerpo nombró un grupo de curadores que, eventualmente, mudarían este tesoro a la Casa Essex en la calle Strand. Pero, pronto, cuando se hizo evidente el riesgo de incendio que allí existía, la Biblioteca Cotton pasó a la Casa Ashburnham.

En Casa Ashburnham se le uniría también los volúmenes y registros de la vieja Biblioteca Regia en 1707. Allí, los antiguos manuscritos sufrieron el gravísimo incendio del 23 de octubre de 1731. Toda la sociedad londinense recordaba cómo el bibliotecario de la mansión, el Dr. Bentley, apenas escapó del fuego sosteniendo bajo el brazo el invalorable Codex Alexandrinus. Otros libros, como el Génesis de Cotton, no tuvieron tanta suerte.

Si bien la mansión de los Condes de Ashburnham fue restaurada bajo supervisión directa del Parlamento, al ser fundado el Museo Británico, por ley de 1753, la Biblioteca Cotton se transfirió a ese edificio.

Por tradición, se ha mantenido la clasificación ideada por Sir Robert en el siglo XVII. Éste había dispuesto una serie de bustos de césares romanos para identificar cada sector, de allí señalaba el estante y el número de volumen desde el borde. Es así que Cotton Nero A. x. se leía: “a la altura del busto de Nerón, último estante, décimo volumen”.

La Casa Ashburnham queda en el pequeño patio del deán de la Abadía de Westminster y hoy es uno de los edificios de la Escuela de Westminster. Tras la restauración de la monarquía, en 1660, los Condes de Ashburnham encargaron al arquitecto Inigo Jones (o a su discípulo, John Webb), la construcción de la sede solar de la familia junto al Parlamento de Londres. La casa fue levantada en donde estaba la antigua Casa del Prior de la Abadía y para disponer el jardín, se sacaron los escombros del antiguo Refectorio monástico.

Los Ashburnham procedían de la villa del mismo nombre cerca de la localidad de Battle en Sussex, donde tuvo lugar la batalla de Hastings (1066) que aseguró al duque Guillermo de Normandía la conquista de la corona de Inglaterra. Al menos desde el siglo XII, sino antes, vivieron allí los que serían posiblemente descendientes de una rama de la familia normanda de los Señores de Criol. Hoy se sabe que la proveniencia de los antiguos reyes sajones de Ashburnham no es tal.



Em 1603, el rey Jacobo I llama a su lado en la Torre de Londres a John de Ashburnham (1571-1620), un militar que lo había ayudado a ocupar el trono a la muerte de su tía Isabel I, y lo crea caballero. Pero Sir John parecía no estar apto para la paz, y sin guerras en que combatir, tuvo una vida bastante disipada. Fue así que, ya para principios del siglo XVII, se vio obligado a vender la tradicional residencia familiar para pagar deudas. Deudas que pronto se renovaron y que lo llevarían a prisión, donde lo alcanzará la muerte.

Su hijo del mismo nombre, apodado “Jack”, fue, en cambio, un aplicado servidor público. A cargo de las arcas reales de Carlos I, y acompañando al Ejército Real en sus campañas contra los Parlamentarios, recuperó el honor familiar y logró readquirir la casa solar que se mantuvo en posesión de la familia hasta 1953, año en que murió Lady Catherine Ashburnham, la sobrina del 6º Conde.

El nieto de “Jack”, también de nombre John (1658-1710), fue parlamentario en representación del distrito de Hastings y, por su apoyo contra los Estuardo, los reyes Guillermo III y María II lo crearon Barón Ashburnham de Ashburnham en el Condado de Sussex, par del Reino de Inglaterra, con un escaño en la Cámara de los Lores. Este primer Lord Ashburnham estaba casado con Bridget, hija y única heredera de Sir Charles Vaughan de Porthammel House (en Breconshire), aportando considerables bienes a la familia que vio asegurada así la viabilidad económica del nuevo título noble.

Su hijo mayor, William (1679-1710), fue también parlamentario por Hastings y, al heredar el título, debió abandonar la Cámara de los Comunes y ocupar su escaño entre los Lores. Pero murió al poco tiempo, soltero y sin hijos, por lo que el título y el patrimonio pasaron a su hermano menor, John (1687-1737).

Lord John era hasta entonces parlamentario también por Hastings, pero, a diferencia de su padre y hermano, pertenecía al partido Tory y era un conocido conspirador jacobita. Escándalo fue para sus correligionarios comprobar que tan fácil, como tercer Barón Ashburnham, cambiaría sus lealtades, sentándose entre los Lores del partido Whig. Desde su lugar en la Cámara, apoyó decisivamente a los Reyes de la dinastía Hánover contra todo intento de restauración de los Estuardo y, posiblemente, delató a muchos de sus antiguos co-conspiradores. Fue así que, en 1730, John Ashburnham, 3º Barón Ashburnham, fue proclamado Conde de Ashburnham y Vizconde Saint-Asaph —título que éste pasaría a su hijo John (1724-1812) y se convertiría así en el título honorario que usarían los herederos—.

Este John se convirtió entonces, en 1737, en el 2º Conde, y su hijo George (1760-1830), en Vizconde St. Asaph. Este George estudió en la Universidad de Cambridge, obteniendo la Maestría en Artes en el Trinity College, y fue uno de los curadores del Museo Británico, convirtiéndose en 1812 en el 3º Conde y 5º Barón Ashburnham.

Habiendo fallecido su hijo mayor, el título fue heredado por el segundo hijo, Bertram (1797-1878). Éste era todo un personaje de su época: viajero y explorador, botánico y naturalista amateur, historiador, anticuario y bibliófilo… En sus viajes adquirió una inmensa colección de viejos manuscritos, incunables e impresos que se hizo legendaria.

Su hijo del mismo nombre, Bertram (1840-1913), el 5º Conde de Ashburnham, fue también todo un personaje como su padre. Conoció en Londres a distintos exiliados de las Guerras Carlistas en España y conoció a Don Juan, al que ayudó económicamente, y, eventualmente, a su hijo, Don Carlos, quien causó  especial impresión en Lord Ashburnham.

Tanto fue así que hizo publicidad entre la sociedad británica para la causa legitimista española y prestó un velero de su propiedad, el S.Y. “Firefly”, para contrabandear armas. Financió publicaciones carlistas no sólo de España sino también del exterior y en sus archivos, entre numerosas cartas de carlistas, se cuentan varios números de El Legitimista Español, periódico tradicionalista editado en Buenos Aires por el emigrado carlista Francisco de Paula Oller.



Al mismo tiempo, se convirtió en un ardiente defensor de la causa Jacobita que ayudó a revivir, aún cuando mantenía muy cordiales relaciones con la reina de facto Victoria. En el seno de la Cámara de los Lores, lideró el Partido Jacobita, que ayudó a fundar con varios lords escoceses. Y patrocinó el Club Legitimista del Valle del Támesis, en algún tiempo muy popular entre las clases obreras del sur de Londres —causando alarma a las autoridades—.

No tuvo hijos varones, y el título será heredado por su hermano menor Thomas (1855-1924), que, soltero y sin hijos, sería también el último de su familia en ostentar el título.

Para fines del siglo XIX, las “excentricidades” de los Ashburnham los habían puesto en situación financiera complicada. Fue así que el Parlamento comenzó a negociar la compra de la famosa biblioteca del 4º Conde. El trato no logró cerrarse y, finalmente, los volúmenes se vendieron por separado: muchos están hoy en la Biblioteca Británica, pero otros están repartidos en distintos sitios, como la Biblioteca Nacional de París.

La Casa Ashburnham de Ashburnham Place sufrió graves daños durante la Segunda Guerra Mundial y, al morir Lady Catherine, hija y sobrina respectivamente de los dos últimos condes, los interiores de la casa fueron subastados por Sotheby’s en 1953 y el edificio vendido por partes en los años siguientes. Inviable económicamente, en medio de una grave crisis económica, en 1959 la vieja mansión familiar de los Ashburnham, uno de los edificios más bellos del sudeste inglés, fue demolida en su mayor parte. Hoy en día, los restos se utilizan como residencia, casa de retiros y salón de conferencias.



Sic transit gloria mundi…


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