La “Conspiración de la Pólvora” (the Gunpowder Plot) es en estos momentos
casi una moda. La careta o máscara que en el folclore inglés representa a Guy Fawkes —principal protagonista de
esta tragedia— es hoy una especie de representación del movimiento antisistema a nivel mundial, de las
protestas de los indignados de
Europa y de “Occupy Wall Street” en
los Estados Unidos, de los hackers que firman como “Anonymous” cuando
atacan webs de gobiernos y grandes corporaciones, y ya ha comenzado a aparecer
en las manifestaciones de los “caceroleros”
argentinos… Esta careta se ha convertido en algo así como la imagen del revolucionario postmoderno, una especie
de personaje (con razón o sin ella) “contra
mundum”.
¿Qué fue esta
conspiración? ¿y cómo llegó a transformarse en esta imagen?
La segunda
pregunta es más fácil de responder que la primera. Este hecho está vinculado a
una película, “V for Vendetta” (“V de Venganza”), producida y escrita por los
hermanos Wachowski (autores de ls saga distópica Matrix) y dirigida por el australiano James McTeigue (que había
ayudado también en Matrix), sobre la
base de una historieta o cómic del mismo nombre.
En este momento no
entraremos en más detalles de esta película ni el porqué de su fama recién casi
cinco años después de estrenada, sólo diremos, en esta ocasión, que se refiere
a un intento de voladura del Parlamento británico
—la única semejanza literal con la Conspiración de la Pólvora real—.
La Conspiración de la Pólvora histórica,
la que tuvo lugar a comienzos del siglo XVII, está atada a la vida de Robert Catesby. Los Catesby eran una
familia, con propiedades en Lapworth y Ashby St. Legers, que había permanecido
fiel a la vieja Fe. Sin embargo, en su juventud, Robert había disfrutado de los
beneficios de abrazar la causa de la Iglesia “oficial”, la anglicana.
Pero es que en
1598 fallece su padre y Robert Catesby
sufre una conmoción emocional que lo devuelve al catolicismo romano. La persecución
que en ese momento estaban sufriendo sus nuevos correligionarios, entre ellos
algunos familiares, conmueven a Catesby. Lejos de tolerar este estado de
situación lo vemos ya en febrero de 1601 involucrado en la conspiración del
Conde de Essex. Tiempo después, urge a sus amigos a unírsele en esta causa
contra el “régimen monstruoso” de la reina Isabel. Thomas Percy, Thomas Winter,
John Wright y Lord Monteagle son los primeros complotados que Catesby logra
convencer.
A principios de
1602, Winter aparece en España
negociando con la Corte la sucesión de Isabel
I. Al mismo tiempo en que vemos a Percy
en Escocia, entrevistándose con el rey Jacobo
VI, obteniendo del soberano presbiteriano la promesa de tolerancia para los
católicos ingleses.
En marzo del año
siguiente, Jacobo VI de Escocia es
coronado es coronado en Londres como Rey de Inglaterra, heredero de su tía abuela
segunda Isabel. Pero las promesas de
Jacobo I no duraron mucho y para
marzo de 1604 se hizo evidente que las cosas para los católicos estaban mucho
peor que durante el reinado isabelino.
Fue en ese
momento que Catesby comenzó a
conspirar en serio con sus amigos. Winter
fue enviado a los Países Bajos Españoles para solicitar ayuda y, también,
conseguir “algunos caballeros de confianza”. Uno de éstos fue Guy Fawkes.
Fawkes había nacido en York, en el norte inglés, de padres
anglicanos. Sin embargo, por su familia materna tenía vínculos con recusantes —un
primo, Richard Cowling, fue
sacerdote jesuita—.
A fines del siglo
XVI, el norte de Inglaterra era un hervidero de católicos clandestinos
(perseguidos por la justicia), recusantes (multados por no asistir a los
servicios anglicanos), no-comunicantes (que asistían a los servicios pero no
comulgaban) o, incluso, católicos “del corazón” (que aunque comulgaban mantenían
ideas católicas y, cuando podían, volvían a asistir a misa con algún misionero
católico clandestino). Sea por contacto con ellos, por su familia materna, por su
padrastro, por algún profesor de su colegio, para cuando alcanzó la mayoría de
edad, Fawkes era católico romano
convencido.
En un comienzo
estuvo al servicio de los Vizcondes
Montagu, aunque duró poco. La familia
Browne era mayoritariamente de recusantes; excepto los que ostentaban el título
vizcondal —quizá, justamente, para mantenerlo—, aunque protegieron en sus
tierras a numerosos arrendatarios católicos.
A fines de 1591, Fawkes vende la propiedad paterna de
Clifton y viaja al Continente para ponerse al servicio de España. Combate contra
los protestantes holandeses y contra Francia, sirviendo junto a Sir William Stanley.
En 1603 fue
recomendado para el ascenso como capitán y aprovecha una licencia para visitar
la Corte de Felipe III y solicitar
ayuda para los católicos ingleses. De regreso a los Países Bajos, se cruza
entonces con Winter, como decimos más
arriba.
A principios de
mayo de 1604, los conspiradores —Catesby,
Thomas Percy, Thomas Winter y Fawkes— se
reunieron en Londres y comenzaron a delinear su plan para minar el Parlamento,
descabezando así el gobierno de Jacobo I.
A diferencia de
la leyenda negra que se ciñó sobre ellos, no eran aventureros ni criminales,
sino verdaderos caballeros. Pero también tenían los defectos de muchos de los
caballeros de su tiempo —defectos algunos que les acarrearon el desprecio de
los mismos católicos que decían defender—. Eran personas arriesgadas y de hábitos
desordenados. Todos ellos eran duelistas (recordemos que el duelo estaba
condenado por la Iglesia) y mujeriegos —llegando al extremo de que Percy fuese bígamo—.
Para la Navidad
de ese año habían llegado ya a cavar una galería hasta la pared de la Cámara de
los Lores. Pero, por más que lo intentaron, era demasiado gruesa y no pudieron
atravesarla sin llamar la atención.
Fue así que
idearon un plan distinto. El día de la Anunciación de 1605 alquilaron una
bodega del edificio del Parlamento, en donde comenzaron a introducir
explosivos. Y, a continuación, comenzaron a prepararse para el día después.
Todos estos
planes requerían ingentes sumas de dinero que los complotados no tenían, y fue
necesario admitir más miembros: Christopher
Wright, Robert Keyes, Thomas Bates, Robert Winter, John Grant,
Ambrose Rookwood, Sir Everard Digby y Francis Tresham. Además, comentaron sus
planes con familiares, amigos y sacerdotes, pidiéndoles que tomasen
precauciones para lo que iba a ocurrir.
![]() |
Detalle del panfleto The Gunpowder Plot Conspirators de 1605 (National Portrait Gallery, Londres). |
El clero inglés
les negó apoyo y, además, advirtió a los fieles católicos que no podían
colaborar en este complot. Hay varias teorías sobre cómo llegaron los planes a
los ministros, en cualquier caso era ya vox
pópuli y pronto el gobierno inglés conocía todos los detalles de la conspiración
y decidió esperar hasta poder agarrar a todos los complotados con las manos en
la masa.
El 4 de noviembre
de 1605 capturaron a Fawkes mientras
éste movía explosivos. Al día siguiente, el 5 de noviembre, intentaron arrestar al resto de los
conspiradores cuando éstos se encontraban en el punto de reunión. Los que lograron
escapar, huyeron hacia Gales.
La huida fue
penosa. Los católicos que encontraban a su paso les negaron asilo. En Holbeche
(Worcestershire) los complotados sufrieron un accidente con la pólvora que aún
transportaban, y ya no pudieron continuar.
Se confesaron con
el Padre Hammond, que casualmente
pasaba por allí, y se prepararon para resistir. El 8 de ese mes por fin fueron
atacados. En el breve combate murieron Catesby,
Percy y dos de los Wright; el resto fueron capturados,
algunos heridos de gravedad.
Tras días de
interminables interrogatorios y torturas, en los que los ministros de Jacobo intentaban probar la existencia
de una enorme red de católicos traidores, el 27 de enero del año siguiente
fueron llevados a juicio.
El tribunal fue
expeditivo y, el 31 de enero de 1606, los complotados sobrevivientes fueron
ejecutados como traidores.
Pero todo no acabó
allí. Sólo el haber sido pronunciado un nombre durante las torturas e
interrogatorios, era, a su vez, sentencia segura. Miles de seglares y
sacerdotes católicos ingleses, la mayoría completamente ajenos a la conspiración,
fueron perseguidos en los meses siguientes y martirizados.
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