“a common aloofness, differently manifested — a common melancholic sense of humour; each in his own way saw life sub specie aeternitatis.” (Evelyn Waugh)
Pues la mirada cristiana de la historia es una mirada de la historia sub specie aeternitatis, una interpretación del tiempo en términos de la Eternidad y de los eventos humanos a la luz de la Revelación divina. Y así la historia cristiana es inevitablemente apocalíptica, y el Apocalipsis es el sustituto cristiano de las filosofías seculares de la historia. (Christopher Dawson)

jueves, 15 de noviembre de 2012

Recuerda, recuerda, el 5 de noviembre



La “Conspiración de la Pólvora” (the Gunpowder Plot) es en estos momentos casi una moda. La careta o máscara que en el folclore inglés representa a Guy Fawkes —principal protagonista de esta tragedia— es hoy una especie de representación del movimiento antisistema a nivel mundial, de las protestas de los indignados de Europa y de “Occupy Wall Street” en los Estados Unidos, de los hackers que firman como “Anonymous” cuando atacan webs de gobiernos y grandes corporaciones, y ya ha comenzado a aparecer en las manifestaciones de los “caceroleros” argentinos… Esta careta se ha convertido en algo así como la imagen del revolucionario postmoderno, una especie de personaje (con razón o sin ella) “contra mundum”.

¿Qué fue esta conspiración? ¿y cómo llegó a transformarse en esta imagen?

La segunda pregunta es más fácil de responder que la primera. Este hecho está vinculado a una película, “V for Vendetta” (“V de Venganza”), producida y escrita por los hermanos Wachowski (autores de ls saga distópica Matrix) y dirigida por el australiano James McTeigue (que había ayudado también en Matrix), sobre la base de una historieta o cómic del mismo nombre.

En este momento no entraremos en más detalles de esta película ni el porqué de su fama recién casi cinco años después de estrenada, sólo diremos, en esta ocasión, que se refiere a un intento de voladura del Parlamento británico —la única semejanza literal con la Conspiración de la Pólvora real—.

La Conspiración de la Pólvora histórica, la que tuvo lugar a comienzos del siglo XVII, está atada a la vida de Robert Catesby. Los Catesby eran una familia, con propiedades en Lapworth y Ashby St. Legers, que había permanecido fiel a la vieja Fe. Sin embargo, en su juventud, Robert había disfrutado de los beneficios de abrazar la causa de la Iglesia “oficial”, la anglicana.

Pero es que en 1598 fallece su padre y Robert Catesby sufre una conmoción emocional que lo devuelve al catolicismo romano. La persecución que en ese momento estaban sufriendo sus nuevos correligionarios, entre ellos algunos familiares, conmueven a Catesby. Lejos de tolerar este estado de situación lo vemos ya en febrero de 1601 involucrado en la conspiración del Conde de Essex. Tiempo después, urge a sus amigos a unírsele en esta causa contra el “régimen monstruoso” de la reina Isabel. Thomas Percy, Thomas Winter, John Wright y Lord Monteagle son los primeros complotados que Catesby logra convencer.

A principios de 1602, Winter aparece en España negociando con la Corte la sucesión de Isabel I. Al mismo tiempo en que vemos a Percy en Escocia, entrevistándose con el rey Jacobo VI, obteniendo del soberano presbiteriano la promesa de tolerancia para los católicos ingleses.

En marzo del año siguiente, Jacobo VI de Escocia es coronado es coronado en Londres como Rey de Inglaterra, heredero de su tía abuela segunda Isabel. Pero las promesas de Jacobo I no duraron mucho y para marzo de 1604 se hizo evidente que las cosas para los católicos estaban mucho peor que durante el reinado isabelino.

Fue en ese momento que Catesby comenzó a conspirar en serio con sus amigos. Winter fue enviado a los Países Bajos Españoles para solicitar ayuda y, también, conseguir “algunos caballeros de confianza”. Uno de éstos fue Guy Fawkes.

Fawkes había nacido en York, en el norte inglés, de padres anglicanos. Sin embargo, por su familia materna tenía vínculos con recusantes —un primo, Richard Cowling, fue sacerdote jesuita—.

A fines del siglo XVI, el norte de Inglaterra era un hervidero de católicos clandestinos (perseguidos por la justicia), recusantes (multados por no asistir a los servicios anglicanos), no-comunicantes (que asistían a los servicios pero no comulgaban) o, incluso, católicos “del corazón” (que aunque comulgaban mantenían ideas católicas y, cuando podían, volvían a asistir a misa con algún misionero católico clandestino). Sea por contacto con ellos, por su familia materna, por su padrastro, por algún profesor de su colegio, para cuando alcanzó la mayoría de edad, Fawkes era católico romano convencido.

En un comienzo estuvo al servicio de los Vizcondes Montagu, aunque duró poco. La familia Browne era mayoritariamente de recusantes; excepto los que ostentaban el título vizcondal —quizá, justamente, para mantenerlo—, aunque protegieron en sus tierras a numerosos arrendatarios católicos.

A fines de 1591, Fawkes vende la propiedad paterna de Clifton y viaja al Continente para ponerse al servicio de España. Combate contra los protestantes holandeses y contra Francia, sirviendo junto a Sir William Stanley.

En 1603 fue recomendado para el ascenso como capitán y aprovecha una licencia para visitar la Corte de Felipe III y solicitar ayuda para los católicos ingleses. De regreso a los Países Bajos, se cruza entonces con Winter, como decimos más arriba.

A principios de mayo de 1604, los conspiradores —Catesby, Thomas Percy, Thomas Winter y Fawkes— se reunieron en Londres y comenzaron a delinear su plan para minar el Parlamento, descabezando así el gobierno de Jacobo I.

A diferencia de la leyenda negra que se ciñó sobre ellos, no eran aventureros ni criminales, sino verdaderos caballeros. Pero también tenían los defectos de muchos de los caballeros de su tiempo —defectos algunos que les acarrearon el desprecio de los mismos católicos que decían defender—. Eran personas arriesgadas y de hábitos desordenados. Todos ellos eran duelistas (recordemos que el duelo estaba condenado por la Iglesia) y mujeriegos —llegando al extremo de que Percy fuese bígamo—.

Para la Navidad de ese año habían llegado ya a cavar una galería hasta la pared de la Cámara de los Lores. Pero, por más que lo intentaron, era demasiado gruesa y no pudieron atravesarla sin llamar la atención.

Fue así que idearon un plan distinto. El día de la Anunciación de 1605 alquilaron una bodega del edificio del Parlamento, en donde comenzaron a introducir explosivos. Y, a continuación, comenzaron a prepararse para el día después.

Todos estos planes requerían ingentes sumas de dinero que los complotados no tenían, y fue necesario admitir más miembros: Christopher Wright, Robert Keyes, Thomas Bates, Robert Winter, John Grant, Ambrose Rookwood, Sir Everard Digby y Francis Tresham. Además, comentaron sus planes con familiares, amigos y sacerdotes, pidiéndoles que tomasen precauciones para lo que iba a ocurrir.

Detalle del panfleto The Gunpowder Plot Conspirators de 1605
(National Portrait Gallery, Londres).
El clero inglés les negó apoyo y, además, advirtió a los fieles católicos que no podían colaborar en este complot. Hay varias teorías sobre cómo llegaron los planes a los ministros, en cualquier caso era ya vox pópuli y pronto el gobierno inglés conocía todos los detalles de la conspiración y decidió esperar hasta poder agarrar a todos los complotados con las manos en la masa.

El 4 de noviembre de 1605 capturaron a Fawkes mientras éste movía explosivos. Al día siguiente, el 5 de noviembre, intentaron arrestar al resto de los conspiradores cuando éstos se encontraban en el punto de reunión. Los que lograron escapar, huyeron hacia Gales.

La huida fue penosa. Los católicos que encontraban a su paso les negaron asilo. En Holbeche (Worcestershire) los complotados sufrieron un accidente con la pólvora que aún transportaban, y ya no pudieron continuar.

Se confesaron con el Padre Hammond, que casualmente pasaba por allí, y se prepararon para resistir. El 8 de ese mes por fin fueron atacados. En el breve combate murieron Catesby, Percy y dos de los Wright; el resto fueron capturados, algunos heridos de gravedad.

Tras días de interminables interrogatorios y torturas, en los que los ministros de Jacobo intentaban probar la existencia de una enorme red de católicos traidores, el 27 de enero del año siguiente fueron llevados a juicio.

El tribunal fue expeditivo y, el 31 de enero de 1606, los complotados sobrevivientes fueron ejecutados como traidores.

Pero todo no acabó allí. Sólo el haber sido pronunciado un nombre durante las torturas e interrogatorios, era, a su vez, sentencia segura. Miles de seglares y sacerdotes católicos ingleses, la mayoría completamente ajenos a la conspiración, fueron perseguidos en los meses siguientes y martirizados.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario